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Sonatina

DE564

La Sonatina para piano no es una obra excesivamente difícil des del punto de vista técnico, excepto quizá del tercer movimiento, y al igual que sucede a muchas Sonatinas de la mayoría de compositores, está toda ella impregnada de un sentimiento de alegría muy próximo al carácter de Scherzo.

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7,56 € impuestos inc.

Edición: Digital

    Época s. XX
    Subtítulos / Partes Allegro - Andantino poco rubato - Molto allegro
    Instrumentos piano
    Páginas 24
    Duración 9 min
    Contenido partitura
    ISMN 979-0-3502-0614-6
    Precio edición impresa 13€
    Edición Digital

    Escribí la Sonatina para piano en el mes de marzo de 1999 durante los ensayos de la ópera Rigoletto en la ciudad de Pamplona. Teniendo en cuenta que esta ópera verdiana forma parte de mi repertorio desde algunos años atrás, podía relajarme lo suficiente como para, durante los descansos, escribir lo que hacía mucho tiempo quería hacer, componer para piano, que al fin y al cabo era mi instrumento. Hasta entonces siempre había hecho del piano el instrumento acompañante de gran número de canciones, tan solo algunas piezas cortas para piano solo formaban parte de la mi producción.
    Ante todo tenia claro que debería tener tres movimientos, así como el marco estético donde quería situarla desde el punto de vista formal. El lenguaje es modal en general y utilizo también algunas escalas exóticas como la húngara, por la que siempre he sentido predilección. La relación entre las tonalidades, por nombrarlas de alguna manera, es próxima a compositores como Prokofiev, cuya rasgo es bastante evidente en el primer movimiento, concretamente en el paso del puente al tema B, y no puedo negar que tenia en mente su Simfonia clàssica más que cualquier otra obra clásica. En el segundo movimiento los referentes son los Sudamericanos; el compás en 7/8 quiere aproximarse a los ritmes relajantes de Brasil o de México -el Salón México de Aaron Copland, por ejemplo-, evocando un ritmo de Samba muy tranquilo. El tercer movimiento utiliza un 8/8 repartido en 3+3+2, al estilo de muchos de los tangos de Piazzolla, pero con un carácter completamente distinto; este es el verdadero pezzo di bravura de la obra, donde uso una vez más esta escala que sube el 4º grado, como en el modo lidio, pero a la vez rebaja el 7º.
    En general ésta no es una obra excesivamente difícil des del punto de vista técnico, excepto quizá del tercer movimiento, y al igual que sucede a muchas Sonatinas de la mayoría de compositores, está toda ella impregnada de un sentimiento de alegría muy próximo al carácter de Scherzo.


    Miquel Ortega

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