Cercós, Josep

Cercós, Josep

6 partituras

Josep Cercós i Fransí (Barcelona 1925-1989) no es un compositor fácil de encasillar estéticamente. La aversión militante que profesó a la adhesión a cualquier “ismo”, conjugada con un exigente proceso de autocrítica, marcan profundamente su obra, víctima, a su vez, de incisivas y radicales intervenciones del compositor a lo largo de su evolución estética. Este proceso evolutivo, que un Cercós todavía adolescente, inicia con un lenguaje de cariz post-romántico de clara afiliación germánica –Simfonia n. 1 (1942), Simfonia n. 2 (1946)- madurará, después de estudiar con R. Lamote de Grignon y, especialmente, gracias al conocimiento de las corrientes europeas que le brindó C. Taltabull, hacia un particular neoclasicismo –Preludi, recitatiu i fuga (1947-49), Sonata (1952)- donde se evidencia su peculiar sentido armónico no exento de un cierto eco de los hallazgos de P. Hindemith. Posteriormente, después de una breve estancia en Ginebra y de cursos con L. Nono y H. Scherchen en Gravessano, Cercós inicia su etapa más característica con el estreno, en 1960, de Continuïtats –obra hoy desaparecida-. Este periodo se distingue por un incansable afán investigador y especulador y por una absoluta independencia de criterio, renunciando a cualquier compromiso de tipo “actualista”, que lo llevará desde propuestas claramente experimentales -S 24 (1960)- pasando por momentos de evidente búsqueda del método –Conjunt per a 7 instruments (1963)- así como incursiones en el serialismo –Octet (1968-69- hasta el lenguaje personalísimo de las dos Gloses per a violoncel i piano (1972). La evolución de Cercós culminará en los años 80 en los que, a pesar de estar marcados por un precario estado de salud, son los más fecundos y en los que el compositor hará un giro estético en el que sintetizará las diversas etapas de su vida. Esta síntesis se inicia con los 2 Retaules (1983) obra eminentemente contrapuntística y muy ligada todavía a los precedentes inmediatos. A partir del Concert per a violoncel i orquestra (1985) el recuerdo de sus primeras etapas resulta inequívoco. Todavía revisará sus dos primeras sinfonias, compondrá un Passacaglia per a orgue (1989) y dejará listo un ciclo de 16 canciones para barítono y piano –Els bells camins (1988-89)- sobre textos del poeta M. Martí i Pol.
Dentro de esta evolución estética someramente expuesta hay un género que toma una relevancia significativa, el de la canción. Gran parte de los lenguajes y estilos citados en el devenir vital de Cercós, tienen su manifestación en esta forma de tal maera que podríamos trazar un recorrido completo -desde su más tierna juventud- basado unicamente en la obra vocal. Ya en el último periodo de su vida volvió a introducirse en la canción de concierto o lied con Els bells camins (1988-89). Este ciclo, junto con la obra Passacaglia para órgano, se convierten de hecho en su testamento musical. Para eso escogió el poeta más popular y más leido de estos últimos años en Cataluña, Miquel Martí i Pol (1929-2003). Poeta que partió de una actitud de fuerte compromiso social y que, desde 1970 a causa de uns esclerosis múltiple que le obligó a recluirse, inició un proceso de introspección y meditación de sus limitaciones transcendiendo el ámbito de su enfermedad centrándose en la expresión de las sensaciones más humanas como son el amor, el deseo, la muerte, siempre con una fuerte carga autobiográfica.

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